CONTEXTO HISTÓRICO
Una colaboración de Ignasi Perramon Carrió, colaborador de memoria.cat
El barrio del Xup de Manresa nació en el año 1965 y tiene una historia de lucha de los vecinos para conseguir la mejora de las viviendas, del urbanismo y de los servicios del barrio, y se ha caracterizado por ser una comunidad activa y fuerte. El Xup, que tomó el nombre de una antigua casa de campo cercana, fue un barrio construido lejos de la ciudad, en un lugar equivocado. Era un suburbio que para ir caminando a la ciudad, solo podías hacerlo por la cuneta de una carretera. El Ayuntamiento decidió el sitio aprovechando la donación de los terrenos por parte de la familia Farrés, y del proyecto se encargó la “Obra Sindical del Hogar”, una empresa estatal dependiente del sindicato único oficial. Al barrio se le dio el nombre oficial de “Grupo de Viviendas Padre Ignacio Puig”, pero el nombre por el que todos lo conocemos, ya desde entonces, es el barrio del Xup.
El año 1965 vivíamos en plena dictadura, y no había libertad de expresión, de reunión, de asociación ni de prensa, y estaban prohibidos los partidos políticos y los sindicatos. Tampoco estaba permitida ninguna forma de protesta, como manifestarse o repartir propaganda que criticara al gobierno. En aquel momento había una fuerte emigración de familias que llegaban desde el sur de España a Cataluña, porque no veían futuro en la tierra donde vivían. Esto había provocado una gravísima falta de viviendas. Había trabajo para todos, pero muchas familias estaban obligadas a alojarse de modo precario, ya sea hacinadas, compartiendo pisos o viviendo en bajos que no reunían condiciones. Ir a vivir al Xup fue una mejora para todas. La mayoría de los nuevos vecinos eran obreros de la industria o de la construcción. Fue entonces cuando el gobierno español intentó paliar la falta de viviendas y creó polígonos con bloques de pisos, ya sea de manera directa, como en el caso del Xup, u obligando a construirlas a las cajas de ahorro y a las grandes empresas. En Manresa es el caso de las viviendas de La Sagrada Familia, del Avecrem y de la Pirelli, entre otras.
Cuando el año 1965 las 2200 personas de los 480 pisos llegaron al barrio, encontraron muchas deficiencias: tejados con goteras, cloacas a cielo abierto muy cerca de los pisos, calles y plazas sin urbanizar o mal urbanizadas, sótanos insalubres, bloques sin portal, edificios sin un mínimo de aislamiento… El barrio no tenía ninguna escuela, y era absolutamente necesaria porque había muchas familias con niños. El barrio tampoco tenía ninguna zona deportiva, ni parques infantiles, ni locales sociales, ni dispensario… Y los vecinos decidieron unirse para reivindicar las mejoras imprescindibles para tener el barrio en condiciones. Durante unos años utilizaron la Junta Parroquial como instrumento para esta lucha, ya que el “Gobierno Civil de Barcelona” no legalizaba las asociaciones de vecinos. La Asociación no fue legalizada hasta el año 1973, ocho años más tarde de haber construido el barrio. La primera junta la formaron personas que desde hacía años ya luchaban por la mejora del Xup. Eran Joaquín Vizcaino como presidente, Manolo Ramos, Teresa Vilageliu, Juan González, José Haro, Julián Sánchez… Todos ellos tenían claro que el barrio sufría una discriminación respecto al resto de barrios de la ciudad, que no querían ser ciudadanos de segunda, y que si no protestaban, no les harían caso.
No podían hacer manifestaciones porque estaban rigurosamente prohibidas, pero realizaron acciones de fuerte impacto, como la ocupación del local del “Sindicato” oficial para obligar a dialogar a los directivos de la “Obra Sindical del Hogar”, o el impago indefinido de los alquileres mientras no arreglaran los tejados. No iban a pedir favores, sino a exigir y reivindicar lo que era justo e imprescindible. Gradualmente, consiguieron tener el Xup en condiciones y, al mismo tiempo, cada vez era más arraigado el sentimiento de pertenecer al barrio. A causa de la insistencia de la justa reclamación de los vecinos, El ayuntamiento de Manresa se comprometió a que una de les tres nuevas escuelas que estaba previsto construir a la ciudad, sería la del Xup. Y de este modo el barrio consiguió una nueva escuela donde poder llevar sus hijos las familias que vivían en el Xup y alrededores. También mejoró la situación de la cloaca a cielo abierto, aunque se tratara de una solución provisional porque la canalizaron solo en un tramo, pero seguía vertiendo las aguas residuales a la riera.
Muchos vecinos del barrio, y en especial muchas de las personas que formaban la junta directiva de la Asociación de Vecinos, luchaban a la vez por la democracia y las libertades y por los derechos de los trabajadores. Era una lucha amplia que incluía la vecinal, la sindical y la política. La mayoría formaban parte del sindicato CCOO y partidos de izquierdas como el “Partit Socialista Unificat de Catalunya” (PSUC). Algunos también participaron en la “Assemblea de Catalunya”. Esta militancia política y sindical comportó algunas detenciones y represión y un control muy estricto de estas personas por parte de la policía política franquista. En este contexto, luchaban también por unos ayuntamientos democráticos donde las personas mayores de edad pudieran votar a sus representantes. Las elecciones municipales no llegaron hasta la primavera de 1979.
El nuevo consistorio, votado democráticamente, y del que formaba parte una vecina del Xup, dedicó una atención especial al barrio. Una de las acciones fue construir una acera desde el Xup hasta el centro de Manresa y también mejoró el transporte público. Cosa que aparte de su utilidad práctica, tenía el valor simbólico de acercar el barrio a la ciudad, y de afirmar: Vecinos del Xup, formáis parte de Manresa. A medianos de los 80, el barrio había mejorado. Tenía campo de futbol, pista polideportiva, dispensario, biblioteca, un “Casal d’Avis” que después se convirtió en el actual “Casal Cívic”… También se resolvió un problema grave que tardó 20 años en solucionarse: el de los tejados. Los edificios fueron construidos con un tejado llano y mal impermeabilizado, que provocaba muchas goteras. La “Obra Sindical del Hogar” (OSH) no atendió la reivindicación de los vecinos, que estaban hartos de reclamar una solución. Finalmente, hicieron unas obras con un proyecto equivocado, que no resolvió el problema. Los vecinos, asesorados por jóvenes arquitectos manresanos, les habían avisado, pero no les hicieron caso y la reparación fue un fracaso total. Seguían habiendo goteras. Los vecinos, hartos de tanto despropósito, decidieron dejar de pagar los recibos de alquiler hasta que este problema estuviera resuelto. Los nuevos tejados, que resolvieron definitivamente los problemas de las goteras y humedades, no se realizaron hasta que la Generalitat de Cataluña, a través de la empresa pública Adigsa, se hizo cargo de las viviendas del Xup.
Una vez listas las reparaciones de los edificios y la urbanización de calles, plazas y zonas verdes, llegó un momento en el que la Generalitat ofreció a los vecinos que compraran los pisos, cosa que la mayoría decidió hacer, y cedió al Ayuntamiento las calles, plazas y equipamientos. No todo eran problemas urbanísticos. El barrio había luchado también por las reivindicaciones de los padres y madres de la escuela, ya motivadas por no disponer de los maestros necesarios, o para reivindicar la supresión del pago de las permanencias, que eran un obstáculo para que la escuela pública fuera completamente gratuita. El barrio también había estado preocupado desde el principio por la imagen que tenían de él desde Manresa, ya que era visto como un gueto, un lugar lejano y poco cuidado y en el que prácticamente todas las familias eran pobres y venían de lejos. Esto se había ido superando. Los pioneros de la Asociación de vecinos habían hecho una gran tarea, dieron paso a nuevas juntas, y durante los años 90, la Asociación pasó por un momento difícil, que remontó a partir del año 2000, con Paco Alvarez como nuevo presidente.
La vida asociativa y la actividad social se había reforzado con la creación de la AMPA de la escuela, el equipo de futbol, el grupo de jóvenes, el grupo de mujeres, los Geganters, el grupo de petanca, la asociación de enterramientos… y el sentido de comunidad del barrio era muy vivo. Se manifestaba en la vida cotidiana y en las fiestas, que eran muy participadas. Muchas personas están y han estado orgullosas de ser del Xup. El año 2009 se proyectó un documental sobre el barrio en el teatro Conservatori de Manresa, y el barrio lo llenó. Los vecinos y vecinas revivieron su propia historia con emoción.
Antes todos los vecinos del barrio se conocían. Ahora la situación es distinta, hay muchas familias nuevas que viven en el barrio durante poco tiempo y están de paso. Algunas familias vienen de lejos y tienen otras culturas, cosa que hace más lento el proceso de sentirse parte del barrio y de crear vínculos con el vecindario. Ahora también es un momento difícil porque las crisis que nos han golpeado desde 2007 han empobrecido a muchas familias. Desde hace varios años, el “Pla de Desenvolupament Comunitari” del barrio del Xup lleva a cabo una importante tarea para la cohesión, y ofrece actividades formativas y participativas a niños, jóvenes, personas mayores… Son actividades que favorecen la convivencia en el barrio. Ahora el barrio también tiene instituto, pero las reivindicaciones siguen, y ahora luchan para conseguir la ampliación del edificio de la escuela y el instituto, la reapertura del dispensario y para una nueva residencia pública para personas mayores que pueda acoger personas del barrio, y de los demás barrios de la ciudad. El Xup ha sido y es un barrio luchador. Sus dirigentes han estado al frente de las reivindicaciones para mejorar el Xup, y para vivir dignamente. El barrio ha mejorado por la dedicación de muchas personas haciendo tareas de voluntariado. Personas valientes que han defendido sus derechos y el de todos los vecinos y vecinas. El título del mural, que expresa que la historia es nuestra y la hacemos los vecinos, ha sido y es una realidad en el barrio del Xup.
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EL PROCESO DE TRABAJO
En diciembre de 2021, el ayuntamiento de Manresa contactó con nosotros para invitarnos a participar de un programa de revitalización de los barrios: Barris i Comunitat: motors de transformació social, de la Diputación de Barcelona. concretamente un plan comunitario que se estaba llevando a cabo en el barrio del Xup, situado en el extrarradio del municipio. Fuimos a visitar la zona para conocer la realidad del sitio, así como localizar los muros que pudieran ser emplazamientos adecuados para la intervención. Durante esta visita conocimos también la historia del barrio y de su gente, lo que nos ayudó a captar cuál era la realidad que queríamos representar en el mural. Nos dimos cuenta de que la historia del Xup tiene muchas conexiones con otros muchos barrios del país, como es el caso de Nou Barris o la Teixonera -donde también hemos realizado intervenciones-: todos ellos son barrios obreros, nacidos y crecidos durante el franquismo, y con toda la precariedad y carencias propias de la época. Más allá de estos puntos en común, también detectamos las particularidades y características del barrio y las luchas que habían tenido que realizar para defender los derechos básicos de la comunidad: el transporte, la educación, la vivienda…
Durante el proceso de trabajo hemos estado en contacto con gente del barrio del Xup, tanto personas mayores como jóvenes que forman parte del tejido asociativo y comunitario. En colaboración con la cooperativa Arada, que participa en el plan comunitario, nos hicieron llegar diversas imágenes históricas locales, entre las que se encontraba un cartel del barrio donde aparecía la frase de Salvador Allende «la historia es nuestra y la hacen los pueblos«. Consideramos que esta frase tenía un contenido potente y ligado a la historia del barrio, por lo que decidimos incluirla en el mural. Después de hacer llegar nuestra propuesta a toda la comunidad de vecinos, se inició un debate sobre la lengua en el que debía estar la frase, teniendo en cuenta la diversidad sociolingüística del barrio, así como si era mejor cambiar la palabra barrio por vecinos, vecinas, vecinos y vecinas… Desde Murs de Bitàcola apostamos porque la frase fuera en catalán y en femenino genérico, pero entendiendo que nuestro rol es ser un altavoz de las ideas de la comunidad, acabamos haciendo el mural con la frase que el vecindario había consensuado: la historia es nuestra y la hacemos los vecinos.
También, a la hora de escoger las imágenes de las reivindicaciones que queríamos visibilizar, nos encontramos con que había pocas fotografías de la época, y en las pocas imágenes existentes, las mujeres estaban totalmente invisibilizadas. Por último, entendiendo que no podíamos ficcionar un material y hacerlo pasar por real, escogimos varias imágenes que reflejan la realidad del momento. Consideramos que también sirven para visibilizar la realidad de las mujeres que participaban en movimientos sociales y asociativos, donde su rol tenía un claro componente de género: ellas se encargaban de la chocolatada mientras los espacios de debate y decisión eran copados por ellos. Vemos así el camino que hemos hecho desde ese momento y el que todavía nos queda por recorrer. En los encuentros con los vecinos eran muchas las mujeres mayores que venían y relataban sus experiencias y su papel activo en el movimiento.
El proceso de trabajo ha sido muy bonito y satisfactorio. Varios grupos de alumnos del instituto del barrio se acercaron a ver cómo se estaba llevando a cabo la obra y han podido hablar con el artista y que él les resolviera sus dudas a pie de mural; ya raíz de esta intervención artística, cultural y social, han podido tratar temas como arte urbano o historia del barrio. La acogida por parte de todo el barrio, que siempre ha sido olvidada por el resto de la ciudad, ha sido magnífica y nos hemos sentido muy contentos de poder colaborar en la revitalización de la zona.