Rumores, ruidoss … malas lenguas hablan de unos rituales prohibidos que ligan el Infierno con la Tierra y el fuego con el agua: Escaldarium.
Una fista popular inspirada en las cacerías de brujas en Cataluña, donde el bestiario tradicional y de nueva creación toman las calles.
CONTEXTO HISTÓRICO, La cacería de brujas en Cataluña
Una colaboración de: Carles Guillot
Desde principios del siglo XV aparece en Cataluña un nuevo fenómeno: la brujería. La primera vez que se tipifica la brujería como delito fue a las Ordenanzas del Valle de Àneu en 1424. Desde entonces y hasta bien entrado el siglo XVIII, fueron perseguidas, juzgadas y condenadas más de 600 personas (la inmensa mayoría mujeres) en Cataluña. Ya en estos primeros juicios, se elaborará el estereotipo de la bruja, que será adoptado sin muchos cambios hasta el final de la cacería de brujas. Este estereotipo está construido sobre el imaginario tardomedieval y ejemplifica la naturaleza del nuevo crimen contra Dios y la sociedad, caracterizado por rendir homenaje al diablo, renegando de la fe cristiana, por la práctica de maleficios y el envenenamiento de personas y bestias así como el asesinato de criaturas y para provocar fenómenos meteorológicos que dañaban los campos y los cultivos. Así lo vemos en unas de las primeras sentencias, ya en 1473, donde podemos leer: «… consta y es evidente que eres bruja y envenenadora, y que has abjurado de Nuestro Señor Jesucristo y has tomado por señor el chivo de Biterna, prestándole homenaje, besándolo en lugar deshonesto, y le has prometido hacer siempre mal y no confesarte nunca a ningún clérigo; […] consta aún que has hecho maleficios y venenos a María, mujer de Juan Martín de Mosquera; consta aunque has desenterrado cierto niño del cementerio de la iglesia parroquial […] y de aquel has extraído las asaduras y con estas […] has compuesto, junto con otros animales, venenosas ponzoñas; consta aún que has hecho maleficios a ciertas vacas […] por lo que murieron; consta aunque has veneno una manzana la que has dado a cierto demente de el Plandarans y a otro niño; consta aún que has muerto un bisnieto de la Carbonell; consta aún que has invocado cierto diablo llamado Aron y que le has prestado reverencia y adoración para que la piedra destruyera todos los frutos de la parroquia de Encamp en pasado; y que has perpetrado muchos otros daños enormes y nefandos … «. “.
Las víctimas de esta represión, con un marcado carácter de género, suelen tener unos rasgos característicos: mujeres viejas, pobres o viudas, que viven solas, de origen migrante (generalmente francesas, que llamaban «gabachas») o casadas con migrantes, que muestran comportamientos fuera de la «normalidad», que las sitúa en una posición marginal, así como medicinales, sanadores o comadronas, es decir, guardianas del saber popularsobre las plantas y sus beneficios en la salud. En este sentido cabe destacar que es a finales de la Edad Media que se constituye el Colegio de Farmacéuticos de Cataluña y Aragón, que da la exclusividad del saber medicinal a los hombres.
A diferencia de otras partes del continente europeo, incluida la Corona de Castilla, en las zonas con un menor control estatal, como era el caso de la corona catalana-aragonesa, la fuerte autonomía jurisdiccional de las élites locales, con un fuerte control de la aplicación de la justicia en manos municipales y señorial, hicieron que fueran las autoridades seglares (y no las eclesiásticas) las que protagonizaran la persecución de aquellas mujeres acusadas de brujería. Así pues, un simple rumor, una delación o las sospechas contra alguna mujer, iniciar un proceso que comenzaba con el encarcelamiento de la supuesta bruja, que era torturada hasta que admitía sus «crímenes». Generalmente, el tribunal dictaba la confesión, que la acusada solo debía ratificar. ntonces era condenada a ser colgada, ya que ser quemada en la hoguera era una prerrogativa exclusiva de los tribunales eclesiásticos como la Inquisición. Pero antes de ser ejecutada, se la sometía de nuevo al tormento de la tortura, siendo los más habituales el del banco o el de la polea. En el primer caso, la acusada era obligada a tumbarse sobre un banco con las manos atadas a la espalda y el verdugo se las retorcía. Si este método no daba los frutos esperados (la delación de otras mujeres con las que se reunían los acopios de brujas), se aplicaba la polea, que consistía en colgarla por los brazos atados detrás, añadiéndole pesos a los pies si era necesario, hasta que delataba las otras compañeras. Y una vez hecha la delación, el tribunal ya tenía nuevas víctimas a perseguir. Así ocurrió con Margarita Mimon, una de las mujeres acusadas y condenadas en Caldes de Montbui,según consta en su proceso:Margarita, ya sabes que estás condenada a muerte, ya que seas torturada para que digas que personas en ta compañía han usado el arte de bruja en las reuniones y ajustes han tenido con el demonio, y en todas quieras decir la verdad, y no quieras que tus carnes sean maceradas y maltratadas. Y visto no quería decir la verdad, fue manadada verter sobre el banco de dicho tormento, y fue ligada los brazos, y ligando la mano en Colca dijo: «Vírgenes de Montserrat, Virgen del Rosario, ayúdadme, no me desamparéis, yo no y sé nada». Y visto no quería decir nada, fue mandada a que los ministros tirasen las cuerdas. Y tirando, dijo gritando: «Virgen del Roser, no me desamparéis, yo no y somos estancia, y yo no y sé nada». Y tirando, dijo: «señor: desatadme, que yo diré toda la verdad»»
En Cataluña podemos constatar la existencia de tres fases claramente diferenciadas. La primera se produjo ya en el siglo XV en las regiones pirenaicas, un espacio donde la caza de brujas se convirtió en un fenómeno endémico a lo largo de dos siglos. La segunda se situó alrededor de los años 1548-1549 en las comarcas del Ebro y del Camp de Tarragona, a consecuencia de la actuación del morisco de Flix Joan Malet, cazador de brujas, y tuvo repercusiones en las comarcas del Penedès y también en el Pirineo. Finalmente, la etapa más significativa de la represión se produjo alrededor de los años 1614-1622,y afectó a la práctica totalidad del país, con dos núcleos destacados: las comarcas centrales (Bages, Berguedà, Osona, Moianès, Vallès) y el Rosellón.
sta última ola estuvo marcada por las calamidades provocadas por el pico de la pequeña edad de hielo, un descenso de las temperaturas que afectó a todo el planeta y que tuvo su pico entre los años 1615 y 1620, con un avance importante de las glaciares de las montañas, acompañadas con lluvias torrenciales que desbordaron ríos como el Ebro y el Llobregat. En Cataluña, en 1617 es conocido como «el año del diluvio», y la lluvia dañó cosechas, casas e incluso hicieron caer tramos de la muralla de Barcelona. sí pues, no es de extrañar que los poderes locales, los alcaldes y los veguers, buscaran entre sus vecinas las culpables de estas calamidades, que se sumaban a una crisis económica y social, utilizando,como hemos dicho, los rumores, la estigmatización y las calumnias de una sociedad supersticiosa y en el marco de conflictos vecinales y familiares.
Es en esta ola represiva, que en Caldes de Montbui, entre los años 1619 y 1621, fueron juzgadas 13 mujeres acusadas de brujería. Todo comienza con la detención en La Garriga de Margarita Codoñera en mayo de 1619. Esta, bajo el sufrimiento de la tortura, enmienda siete mujeres de Caldes«de las que nombraremos a dos, y las demás dijo que no sabía el nombre, pero que si las veía las conocería». Las dos mujeres mencionadas son Antonia Puig Braga (viuda del campesino Miquel Puig Braga) y Margarita Pujol Ras (o Pujolràs), que fueron detenidas el 29 de mayo. El desarrollo de las investigaciones llevó a la detención de cinco mujeres másen septiembre: Caterina David o Davida (viuda), Úrsula Roca Beya, María la Gavatxa, Elisabet Rossell (viuda) y Margarita Vadrena. Todas siete fueron ejecutadas el 26 de noviembre de 1619. Pero la perversa máquina represiva no se detenía, y ya el 29 de septiembre habían sido detenidas tres otras mujeres: Montserrada Durgui (Durrius o Dorrius, según los textos), Sobragan y Margarita Mimó (Mimon) y Casavellor. Las tres fueron colgadas en la horca el 21 de enero de 1620. Una tercera ola represiva, producida por las declaraciones de estas tres mujeres, afectó aún Caterina Visol, detenida en Tarragona el 5 de abril de 1620 cuando intentaba huir; Eulalia Úrsula, detenida el 8 de junio, y Marsellach, encarcelada el 9 de septiembre de 1620. De las tres, solo Eulalia Úrsula, hija de Úrsula Roca, aunque fue condenada a muerte el 17 de septiembre, fue liberada el 4 de noviembre por la Inquisición, que se hizo cargo de su caso.
En este sentido, debemos tener en cuenta quela participación popular en la caza de brujas es un rasgo distintivo. En todo vemos denuncias de vecinos, participación voluntaria de testigos, presiones sobre las autoridades locales o baroniales para que inicien los procesos, reuniones de consejos municipales o de asambleas de vecinos con este objetivo, aprobación y distribución consentida de nuevos impuestos baroniales para hacer frente a los gastos que estos procedimientos ocasionaban, etc. En algunos casos, incluso, conocemos episodios espontáneos de violencia colectiva contra estas mujeres. Así pues, no es de extrañar que se extendiera por toda el área del Vallés la psicosis colectiva de las brujas que provocó que entre 1618 y 1622, fueran ejecutadas 38 personas en esta zona.
Actualmente hay una campaña, No eren bruixes, eren dones, (No eran brujas, eran mujeres), que quiere impulsar un acto de justicia histórica para recuperar la memoria de aquellas mujeres inocentes, sin prejuicios ni falsedades, promover la reparación y dignificarlas mediante actos de desagravio por todo el territorio y reivindicar todas las mujeres que han sido reprimidas a lo largo de la historia.
Más información en: no eren bruixes
Carles Guillot. Historiador.
EL PROCESO DE TRABAJO
Recibimos la invitación a realizar un mural alegórico de la fiesta Escaldàrium. En el primer encuentro asistieron representantes de los distintos grupos que participan de la fiesta, así como del Ayuntamiento de Caldes de Montbui. La propuesta temática fue representar todos los personajes de la Fiesta. El muro destinado a alojar la intervención forma parte del edificio Museo Thermalia, un espacio singular de un conjunto arquitectónico cargado de historia. A pesar de que las fotografías de Escaldarium son de colores rojos y amarillos intensos y saturados, las características del muro y de todo el entorno, nos hicieron optar por buscar una paleta monocromática harmónica con el edificio. La decisión, pues, fue renunciar a la potencia visual de las imágenes de fuego en favor de realizar una intervención que se fusionara con el entorno y reforzara la pátina de antiguo. Una de las características técnicas de la ejecución del mural es que el color original del muro es respetado en muchas zonas de la obra.
El reto de esta intervención ha sido renunciar a trabajar una sola imagen/personaje en toda la totalidad del muro (teniendo una gran cantidad de material de primera para hacerlo) y poner todos los personajes que conforman Escaldarium en toda su riqueza.
Si queréis conocer más de Escaldarium, visitad su web, donde encontraréis imágenes y contenidos relacionados