CONTEXTO HISTÓRICO
Un artículo de Josep Maria Raduà Serra
UNA APROXIMACIÓN A LA FIESTA
Hablar de la Fiesta de Sant Antoni de Ascó es adentrarse en unas fechas bien marcadas en el calendario, y muy arraigadas en el corazón asconense. Cuando llegamos a mediados de enero, el pueblo se viste de fiesta para conmemorar una celebración que aglutina una variada oferta de actos tradicionales, que a pesar de la antigüedad, no son percibidos como algo anacrónico. Precisamente en 2010 la festividad fue reconocida por la Generalitat como Fiesta Patrimonial de Interés Nacional.
La Fiesta de Sant Antoni está estrechamente vinculada a los orígenes campesinos de la población. La celebración coincide con el tramo final de la cosecha de la aceituna, la última de las grandes recolectas de fruto de la temporada, antes de la llegada del frío más intenso que suele ocurrir aquellos días de enero. Sant Antoni Abat es el patrón de los animales, y antiguamente, para trabajar la tierra, ya fuera como propietarios (los menos) o como jornaleros, aparceros o medianeros, muchos de ellos disponían de animales de pie redondo para llevar a cabo las actividades propias del trabajo agrícola.
Desde un punto de vista más pagano, el encendido de la hoguera en medio de la plaza también se ha entendido como un ritual para dar calor a la tierra y pedir al sol que después del frío, las nieblas y las heladas de el invierno, cuando el campo queda amortiguado, tenga la capacidad una vez más de renacerla con el buen tiempo de la primavera y les asegure unas buenas cosechas.
SANT ANTONI MOS GUARDO!
Un elemento importante de la fiesta es la vertiente religiosa. Sin ir más lejos, los organizadores de la celebración -los Mayorales– son unos cargos que dependen de la Parroquia San Juan Bautista. Estas figuras se encargan de los preparativos de la fiesta durante tres años, y de entre ellos, y de forma rotatoria, uno ostenta la función de Clavari, que tiene la particularidad de tener que custodiar durante todo el año, en su casa, la imagen de madera de metro y medio de Sant Antoni Abat.
Un acto central son los Tres Tombs y la bendición de los animales. El itinerario pasa ineludiblemente por las calles de la Vila Closa y en su recorrido pasa a recoger la imagen del Santo que ha sido custodiada durante todo el año por una familia del pueblo. Termina el acto con el reparto del Pa Beneït.
Otros actos vinculados a la celebración religiosa es la Plega -o capta de dinero- por las calles del pueblo que se hace la víspera, que antes servía para sufragar los gastos de la fiesta; los oficios solemnes en honor al Santo; y la procesión con la que se traslada la imagen a la casa de una familia del pueblo.
LA EMOCIÓN DE LAS CORRIDAS
La fiesta de San Antonio de Ascó no se entendería sin las corridas de caballos, machos y burros. Estas carreras tienen la virtud de haberse celebrado de forma ininterrumpida a lo largo del tiempo. El hecho de que las corridas hayan perdurado en el tiempo se explica por la voluntad de la gente de ir salvando los obstáculos o dificultades que han ido apareciendo: ha sido necesario adecuar nuevos circuitos debido a las mejoras del entramado urbano (pavimentación calles) y por crecimientos urbanísticos, o bien afrontar la disminución del número de animales.
El peso de la tradición se nota en una serie de signos como la aviada, premios y normas. Los premios para los ganadores y participantes de las corridas consisten en una gratificación económica, aunque hay que remarcar que se sigue premiando a los tres primeros clasificados tal y como manda la tradición, o sea, gallo para el primero, gallo para el segundo –antes era gallina o pollo-, y cebolla para el tercero. Además, las reglas de las corridas dicen que quien gana es el animal y no el jinete, por lo que, a menudo, se lleva el premio al animal que llega a la meta, aunque haya dejado el jinete por el camino. Finalmente, existe la figura del encargado de dar la aviada de las carreras, y que como no podría ser de otra manera, lo hace encomendándose al Patrón con un “Sant Antoni mos guardo!” y, a esperar a que ni los jinetes ni los animales tomen daño.
HOGUERA Y JOTAS: EL CALOR DE LA FIESTA
La fiesta también es motivo de encuentro y relación social entre vecinos y visitantes. A partir de la tarde y hasta la medianoche la actividad festiva se concentra en el Pla de la Església, en medio de la cual se enciende una gran hoguera que permanece encendida los tres días de la fiesta con la leña que los vecinos del pueblo han dejado en las puertas de su casa los días previos de la fiesta. Y en torno a la hoguera, el baile de jotas.
La Jota de Ascó también se conoce como Ball de Coques, ya que antes se bailaba con una torta en la mano, y es que la tradición dice que el bailador debe comprar la torta que acabará regalando a la chica después de la danzada. Los mayores recuerdan cómo antes se llamaba al chico de la pareja “¡Cháfala!”, y si este conseguía pisar el pie o la veta de la alpargata de la chica, tenía derecho a darle un beso.
UNA FESTA QUE UNE
La implicación del vecindario en la fiesta es absoluta. Sant Antoni de Ascó conserva y transmite la idea de que es una fiesta popular, del pueblo y para el pueblo. Además, han entendido que es un buen escaparate de la villa y de su gente de cara a las personas que visitan Ascó durante esas fechas.
EL PROCESO DE TRABAJO
La propuesta de pintar en Ascó una obra en torno a las carreras celebradas durante las fiestas de Sant Antoni nos llegó a las puertas del verano y ha sido un proyecto muy interesante que ha culminado una obra de adecuación y mejora del espacio público; que a la vez cumplía muy bien con las premisas de Murs de Bitàcola: pintar los episodios de la memoria popular allá donde ha pasado. Por último, tras mirar y analizar todas las imágenes que nos proporciona el ayuntamiento y la comisión de fiestas, consensuamos que la imagen más interesante era una fotografía de la carrera de las fiestas de Sant Antoni que se había hecho casi en la ubicación absoluta en la que pintaban nosotros el mural, algunas de las casas se conservan y todavía se pueden reconocer. Una de las cosas bonitas que nos ha dado el mural ha sido, de nuevo, poder tejer redes con la comunidad y entidades vecinales. En este caso, la comisión de fiestas no avanzó el objetivo de la intervención, y las vecinas se mostraron muy sorprendidas cuando empezaron a intuir lo que se estaba llevando a cabo en las paredes de su barrio. Hasta que no estaba bastante avanzada no pudieron identificar la imagen que estábamos reproduciendo, y durante estos días recibimos muchos comentarios del vecindario que reconocía a las personas que aparecían en la imagen y nos explicaban todos sus recuerdos y vivencias de aquella época. Uno de los corredores de la carrera es un anciano que todavía vive en el pueblo, y los niños que observan el espectáculo son ahora adultos.
La adversidad de las altas temperaturas, puesto que nos encontrábamos en la segunda ola de calor, nos ha hecho tener que evitar las horas con pico de calor y trabajar en unas circunstancias que nos íbamos en contra. Aún así, hemos conseguido hacer el mural.