La lucha no ha acabado

Un artículo de David Gesalí y David Íñiguez

25 de enero de 1939, justo un día antes de la perdida de la ciudad de Barcelona por parte de la República, el caos se apodera de la capital. El estado mayor republicano ha decidido que Barcelona no resistirá y que la defensa se establecerá en las montañas del este, lo que produce una sensación general de fracaso.

Más al norte, la Garriga se convertirá en parte de un eje vertical que, pasando por Vic y Puigcerdà, deberá hacerse fuerte. Para la preparación de las operaciones militares han sido evacuados de la Garriga los talleres de aviación, sus dos hospitales militares y una serie de oficinas y entidades militares, entre ellas la escuela de transmisiones del ejército. Pero no es una huida, es una preparación para la resistencia final. Mientras unos se retiran, otros luchan o se preparan para sumarse a la lucha.

Ese día, sobre el cielo del aeródromo de Rosanes, se produce el último gran combate aéreo de la guerra española. Durante tres cuartos de hora, el zumbido de más de cien aviones simultáneamente en el cielo será el epitafio de las alas republicanas en La Garriga. Una vez finalizado el combate —con varios aviones abatidos en ambos bandos— los pequeños aviones de caza republicanos se retirarán hacia los aviones de Girona. Se pondrá así fin a una frenética semana en la que el mando de la defensa aérea de Barcelona y, por extensión, de todo el territorio catalán republicano, ha recaído en el aeródromo de la Garriga y sus instalaciones como sede del escuadrón de caza. Los camiones de apoyo de la unidad aérea de combate, como una larga caravana de un circo, suben hacia Celrà y Sant Julià de Vilatorta. En La Garriga, el arma de aviación deja paso al estado mayor del quinto cuerpo del ejército republicano y a Lister, su carismático líder.

La retirada de los civiles hacia Francia y el repliegue de las tropas republicanas es un tema ampliamente tratado por la literatura, pero no es un tema especialmente historiado o investigado. Es por este motivo que ambos investigadores persistimos en conocer el movimiento de las fuerzas republicanas en el bloqueo que hará que la retirada de Barcelona hasta Francia se dilate durante quince días. La ofensiva definitiva sobre tierra catalana consistió en 55 días de lucha de un poderoso ejército al servicio de Franco contra unos restos republicanos diezmados, en una serie de combates de mayor o menor intensidad que llamamos retirada o desbandada. Al año siguiente, el considerado el ejército más poderoso del mundo, Francia, caía en 40 días ante de las tropas alemanas. En Francia este período es ampliamente investigado e historiado.

Las Brigadas Internacionales, aquellos voluntarios de todo el mundo que vinieron a España a luchar por la República, fueron retiradas del frente en 1938, en plena batalla del Ebro, en un intento desesperado de la República para convertir la guerra en un asunto doméstico sin la participación de potencias extranjeras. Estos voluntarios terminaron concentrados en diferentes poblaciones catalanas y de la zona de Levante, a la espera de ser repatriados. A partir de la repatriación hubo tres situaciones distintas: los heridos; quienes podrían volver a sus países sin excesivos problemas y quienes sus países les habían quitado la nacionalidad o sencillamente eran países fascistas donde serían detenidos, torturados y muertos o, en el mejor de los casos, encarcelados. Se trataba de los brigadistas alemanes, austríacos, húngaros, balcánicos, italianos, etc. Estos permanecieron inactivos en los denominados centros de acantonamiento, esperando y viendo como la República agonizaba sin poder hacer nada. Lo cierto es que si la derrota se consumaba, ellos quedarían sin tierra donde vivir. Dentro de su realidad, no les quedaba más respuesta que luchar o morir.

El 25 de enero de 1939 —simultáneamente a todo lo que hemos explicado hasta aquí— se produce un hecho de relevancia histórica:el reagrupamiento de las Brigadas Internacionales en la Garriga, un hecho que ha sido borrado de la historia, o quizás se ha considerado irrelevante, porque no se ha considerado que estas tropas tuvieran algún combate o algún tipo de trascendencia dentro de la retirada republicana. Nada más lejos de la realidad. Hacía días que Luigi Gallo (Longo) trabajaba con reagrupar a los internacionales por la defensa de Barcelona. El día 21 había llegado desde Valencia un barco cargado de combatientes internacionales procedentes de la zona central (129ª brigada), muchos de los cuales querían ser repatriados, mientras que otros se añadirían a la pretendida defensa.

El mismo día 25, Gallo envía una carta al general Modesto, jefe del Ejército del Ebro, comunicándole que dispone de un número de soldados internacionales que ya han llegado al lugar de concentración, la Garriga, a fin de recomponer la mítica 35a división republicana y participar en las operaciones militares. En aquellas frenéticas jornadas los trenes procedentes de los centros de acantonamiento del Ripollès y Osona descargaban las tropas en la estación de la población. Desde el centro de intendencia de Vic llegaban los uniformes y los víveres para nutrir y abastecer a los combatientes.

Desgraciadamente para las intenciones del contingente de internacionales, el Estado Mayor republicano consideró Barcelona una ciudad indefendible y propuso una retirada ordenada que fue imposible de ejecutar, produciéndose una gran desbandada en la zona del Maresme. La 35ª división, que en aquellos momentos era una unidad española, era la única unidad buena que podía oponerse al empuje de la división italiana Littorio del CTV (Corpo Truppe Volontarie). La idea de utilizar a los soldados internacionales para frenar la avanzada enemiga toma cuerpo y se acelera, porque los generales republicanos ven claramente que no tienen nada para oponerse a la avanzada libre del enemigo por las comarcas barcelonesas. Rápidamente reforzada con soldados internacionales, fue enviada a la zona de Arenys el día 27, donde fue capaz de ralentizar el frente durante tres días. En la zona de la Garriga el resto de soldados internacionales se constituyó en la 44ª división que, por la misma presión del frente, entró en combate en la zona de las Franqueses-Caldes de Montbui, protagonizando duros combates en los que perdió la vida su comisario Ernst Blank.

El día 29 de enero la penetración de las tropas italianas de la división Flechas Verdes en dirección a Hostalric genera una orden de repliegue. Ésta comportará la retirada a segunda línea de los internacionales de la 44ª división en la zona de Arbúcies y la progresiva de la 35ª para crear una nueva potente unidad internacional. El conocimiento por parte de los italianos del CTV de que La Garriga es centro de concentración de tropas internacionales les hace solicitar a su fuerza aérea, la aviación legionaria penínsularque se bombardee la població de la Garriga. El bombardeo por parte de diez aviones Saboya S79 no ocasionará bajas entre los soldados internacionales pero sí la muerte de 15 civiles y numerosas destrucciones en el pueblo. La estación derrumbada será una de las imágenes icónicas de aquella destrucción. El día 30 la presión en el Maresme hace retroceder a las tropas republicanas más allá del río Tordera y las de La Garriga comienzan su evacuación por el sur y norte del Montseny. El día 31, con la pérdida de Collsuspina, la evacuación se vuelve desesperada.

El día 2 de febrero, una brigada de la 44ª división lucha con éxito en Riudarenes donde los italianos fascistas del CTV notan una fuerte resistencia, creciendo su preocupación. Ciertamente, las unidades italianas fascistas habían tenido muy pocas bajas desde el inicio de la batalla por Cataluña hasta el encontronazo en el Montalt, en Arenys y ahora, de repente, encontraban un hueso duro de roer. La noche del 2 al 3 la 35 división combate con fuerza por Llagostera, que perderán a primeras horas del día 3. Mussolini, por la dureza de los combates, ascenderá de grado al general Gambara, jefe del CTV, y al general Bitossi, jefe de la división Littorio, la que encabeza los combates hacia los internacionales de la 35a.

El día 3 se producirá la gran última batalla por Cataluña. Los republicanos concentrarán todas sus tropas internacionales en Cassà de la Selva. La 44a división es disuelta y en su lugar se crea una única 35a división internacional bajo el nombre de 35ª División, fuerzas internacionales reserva del Ejército del Ebro, que será reforzada con la escasa artillería disponible y un pequeño grupo de blindados. Su labor será, teóricamente, la defensa de Girona. La tarea real será volver a ralentizar el adelanto enemigo para hacer una evacuación ordenada de los medios, que quizás puedan ser empleados para continuar la guerra en Madrid o Albacete. La dura batalla comienza al amanecer. En el transcurso del día, la artillería italiana lanzará más de dos mil obuses. La maniobra para conquistar Cassà será costosa por las tropas fascistas utilizando intensamente a sus mejores soldados profesionales. Las bajas en ambos bandos serán numerosas y también los heridos y a todos estos deberemos añadir los muertos civiles. La batalla finalizará a las siete de la tarde, con la conquista de Cassà y el camino libre para alcanzar la ciudad de Girona, que caerá al día siguiente. De entre los heridos, el general Bitossi quien habrá recibido una ráfaga de ametralladora, al marcharse delante para alentar a sus tropas que, a primera hora de la tarde, no podían avanzar por la presión internacional.

El día 4 los internacionales seguirán entorpeciendo el avance, pero ya de forma espontánea, no coordinada. El propio general italiano Gambara, concluye que la defensa republicana ha sido una línea de defensa fuerte y organizada, no una escaramuza, y pedirá que no se dé otra oportunidad. La última batalla es la de los internacionales y, curiosamente, la de una 35ª división plenamente internacional que habrá durado un día: el de su verdadero epitafio.

Ante estos hechos, lo ocurrido en la Garriga aquel 25 de enero no puede considerarse en ningún caso nada anecdótico.

David Gesalí Barrera (Barcelona, 1964) es licenciado en Historia por la UAB y máster en didáctica de las ciencias sociales y patrimonio por la UB. Pertenece al Grupo de Investigación Consolidado de la Universidad de Barcelona (SGR 945) DIDPATRI, investigador del ADAR y del SHYCEA, es especialista en historia de la aviación y guerra de España, tema sobre el que tiene publicados más de una docena de libros y numerosos artículos.

David Íñiguez Gracia (Barcelona, 1971) es profesor en la Facultad de Educación e investigador de la Universidad de Barcelona, es Doctor en Didáctica de las Ciencias Sociales y Patrimonio y premio Extraordinario de la Facultad de Educación de la Universidad de Barcelona (2010). Pertenece al Grupo de Investigación Consolidado de la Universidad de Barcelona (SGR 945) DIDPATRI, Didáctica del Patrimonio y es autor y coautor de más de una quincena de libros sobre la Guerra de España.

Ambos autores son colaboradores habituales y juntos han participado en numerosas conferencias y espacios de divulgación. En el ámbito museográfico y patrimonial han participado en la redacción y ejecución de diversos proyectos e intervenciones museográficas, como la musealización del refugio antiaéreo de la estación en la Garriga, el campo de aviación de Rosanes o el de la Sénia, además del Centro de Interpretación de la Aviación Republicana y la Guerra Aérea, CIARGA en Santa Margarida y Els Monjos.

EL PROCESO DE TRABAJO

Esta intervención sobre el paso de las Brigadas Internacionales por La Garriga y especial para nuestro proyecto, ya que es una de esas que no ha sido un encargo, sino una propuesta que hemos lanzado desde Murs de Bitàcola, como en muchas otras poblaciones, con la voluntad de empezar a llevar adelante el proyecto específico Brigadistes. Brigadistes. Cabe decir que la acogida del Ayuntamiento ha sido fantástica: hemos estado acompañados en todo momento por Enric, técnico de cultura, hecho que nos ha permitido conocer un episodio tan impresionante como el que David Gesalí y Davíd Íñiguez exponen en su artículo

En lo referente a la parte técnica y ejecutiva del proyecto y del mural, ha sido muy especial, ya que nos hemos encontrado con varios retos que hemos debido enfrentar. El primero ha sido las dimensiones y características de la pared, que era larga pero muy baja, con algunos tramos de tochos de metro y medio. Esto nos ha llevado a utilizar los pinceles (pintura plástica) en lugar de los espráis, como es habitual, por una cuestión de capacidad de precisión y de detalles, y también porque el formato muy apaisado del mural nos pedía hacer muchas imágenes que requerían gran cantidad de detalles. Es por esto por lo que hemos recurrido a los pinceles, aunque la textura de la pared nos ha dificultado conseguir un gran nivel de detalle. Pese a todo, hemos salido adelante y estamos muy contentos con el resultado.

El otro reto que hemos enfrentado ha sido cómo explicar toda la importancia de La Garriga dentro de la Guerra Civil y, especialmente, en este último episodio tan especial de reunificación de las Brigadas Internacionales, así como del bombardeo. En el momento de contar estos episodios, el desafío ha sido que no disponíamos de ninguna fotografía que documentase estos momentos históricos, excepto la de la estación de tren bombardeada. Para solucionarlo, hemos decidido permitirnos la licencia de coger fotografías que ilustrasen de alguna forma estos episodios, aunque no hubiesen sido realizadas estrictamente ni en el campo de aviación de La Garriga ni mostraran las enfermeras que estuvieron trabajando en el Hospital de La Garriga ni tampoco la imagen del tren corresponde con la de aquel momento en el que llegaban los brigadistas a La Garriga dispuestos a mantener una línea de defensa contra el fascismo.

Como hemos tenido la suerte de contar con el asesoramiento de David Gesalí, hemos intentado coger imágenes que, a pesar de no pertenecer estrictamente a estos episodios, no incurriesen en ninguna incoherencia. Así, cambiamos la imagen del campo de aviación porque, en la primera, el avión que aparecía no era como los que se podían encontrar en el aeropuerto de la base aérea de La Garriga. Lo mismo sucedió con la imagen de las enfermeras: una fotografía de un grupo de enfermeras delante de una ambulancia cedida por el pueblo canadiense a la República Española. Decidimos sacar las inscripciones que contenía inicialmente porque no estábamos seguros de que una ambulancia de esas características hubiese circulado nunca por La Garriga. Entendemos que esto es una licencia artística con la finalidad de poner en la calle toda esta información.

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