La escuela de niñas de Cantonigròs, 1955-56

Cantonigròs, Barcelona, 2023
CONTEXTO HISTÓRICO

Una colaboración con Helena López (Projecte Veus), a partir de una entrevista a Carles Comella

Cantonigròs estaba en medio del antiguo Camino Ral que iba de Vic a Olot y era un pueblo de paso donde arrieros y viajantes se alojaban en alguna de las siete fondas que llegó a tener. A partir de 1888, con la publicación de la Guía del Collsacabra por Artur Osona y Formentí, la gente de la ciudad conoce el Cabrerès – Collsacabra y empezaron a venir a pasar el verano a Cantonigròs. Y ya en el primer cuarto del siglo XX se construyeron las primeras casas de veraneo porque llegó la luz y, más tarde, la carretera; la primera casa que se hizo fue la Torre Alzina, después Can Rifà, al año siguiente Ca l’Ylla y después de la urbanización de Els Xalets.
A mediados del siglo XX las fondas del pueblo estaban llenas, primero de personas que venían a realizar estancias por temas de salud pulmonar: tísicos, tuberculosos, gente con neumonía… también de gente que venía unos días de vacaciones. Algunos de los pacientes que vinieron a hacer la convalecencia fueron, entre otros, Francisco Candel que se alojó en la Fonda de Can Canal y más tarde escribió el libro Temperamentales y Joan Triadú, que estuvo en Ca la Filomena y poco después organizó con Jordi Parcerisas el Concurso Parroquial de Poesía que se celebró entre 1944 y 1968.

Cantoni de los años cincuenta era, pues, un pueblo con una efervescencia de fondas, comercios y gente venida de fuera. Además, había muchos niños y niñas y dos escuelas: la Parroquial, que era donde iban los niños, y la Nacional, que era a donde iban las niñas y donde había una clase con una cincuentena de alumnas. Y como la escuela que tenía menos recursos era la Nacional, fue en esta donde un veraneante que venía de Barcelona, el Señor Parera, hizo algo de benefactor, como también lo hizo en general en el pueblo con la construcción del lavadero, entre otras aportaciones. Cuando el Sr. Parera iba a la escuela, alguna de esas niñas recuerda que era como una fiesta: a veces pagaba una tonelada de leña que significaba poder calentarse en la escuela todo el invierno, otras llevaba lotes de libros o unas chocolatinas que han sido sabor de infancia imborrable de algunas de ellas que todavía le recuerdan con una sonrisa.

En 1955, el Sr. Parera encargó y pagó a un fotógrafo de Vic que tenía tienda en la capital de Osona, Josep Cabrera Roqué, para que hiciera un reportaje de la escuela. Lo habitual era tomar una fotografía de grupo, pero como era un reportaje y le pagaban, el fotógrafo fue más allá e hizo una serie de instantáneas entre las que había fotos de niñas cosiendo, jugando en el patio, en la biblioteca o en clase, como se ve en el mural. Había niñas que era la primera vez en la vida que las fotografiaban.
La enseñanza en esta escuela era muy elemental y llegaba a lo que sería el antiguo octavo de E.G.B. y, por las tardes, hacían lo que llamaban «sus labores», es decir, básicamente aprendían a coser. Y cuando terminaban la enseñanza mínima, a algunas de estas chicas las reclamaba algún veraneante que preguntaba a sus padres si la hija podía ir a servir a Barcelona, como fue el caso de muchas de ellas. Si no se quedaban en el pueblo y hasta que no se montó el taller de La Vitri años después, no hubo otra salida laboral que diera un trabajo remunerado por las mujeres, si no eran las fondas o algún comercio donde algunas trabajaron porque pertenecía y lo regentaba la familia.
Las fotografías de esta sesión del reportaje que encargó el Sr. Parera debían de ponerse a la venta en alguna tienda de Cantoni, pero no todo el mundo podía comprarlas. La que se ha utilizado para pintar el mural es la que le ha llegado a Carles Comella por parte de la familia Guillamet.

Projecte Veus

Proyecto social, participativo y cultural que transforma las dinámicas grupales de reminiscencia en unos itinerarios sonoros por la memoria y el territorio que vuelven a la comunidad en forma de pódcast. Un fondo de archivo sonoro de la memoria colectiva del siglo XX en Cataluña que preserva las voces de nuestros mayores y facilita la divulgación de su conocimiento.

EL PROCESO DE TRABAJO

La posibilidad de pintar en Cantonigròs fue muy bien recibida desde un primer momento por los vínculos que el artista Roc Blackblock tiene con este pueblo, principalmente su familia paterna. Por eso, a pesar de no ser un encargo normal de Murs de Bitàcola, no quisimos dejar pasar la oportunidad de hacer de este mural un episodio más que contar de la memoria del territorio. Para ello tuvimos la suerte de poder contar con el acompañamiento de Carles Comella, familia del artista.

A la hora de valorar cuál era la pared a intervenir, después de contemplar diferentes opciones, vimos que la pared que finalmente hemos intervenido tenía unas medidas muy dignas, pero no queríamos simplemente escogerla por sus dimensiones. Así, condicionamos su elección a encontrar alguna fotografía que diera sentido a realizar una intervención en aquella pared. Gracias al asesoramiento de Carles Comella y su conocimiento del pueblo, vimos que estaba justo delante de lo que había sido una de las escuelas del pueblo y él mismo nos facilitó varias fotografías del año 1955 del edificio que había delante. En estas fotografías, además, encontramos muchos elementos interesantes. En primer lugar, encajaban perfectamente con nuestra idea de contar los episodios de la historia local. En segundo lugar, reproducir la escuela de niñas nos permitía aplicar la perspectiva de género y visibilizar el papel de la mujer en nuestras comunidades y así cumplir con el deber que tenemos hacia ellas. En tercer lugar, las imágenes que nos facilitaba Carlos reflejaban no solo a una única persona, sino a toda la comunidad femenina estudiante de la época, lo que reforzaba nuestra sensación de idoneidad de la pared con la imagen.

A la hora de trabajar la composición de la imagen, estuvimos buscando la forma deencajar la imagen en dicha pared, intentando que las tres ventanas que hay no taparan partes importantes o no lo hicieran de una forma contundente, todas y cada una de las niñas que aparecen en la imagen ―solo hay una que queda un poco pisada―. En cuanto al cromatismo, decidimos buscar una gama cromática que estuviera en consonancia con el episodio y edificio de las escuelas, que hoy en día es un equipamiento para el pueblo. Primeramente, preparamos los colores en nuestro estudio en Barcelona trabajando bajo las luces de los fluorescentes, pero, cuando nos trasladamos a Cantonigròs y empezamos a pintar, vimos que el tema del color es muy complejo y está muy condicionado por la luz y el entorno. Así, aquellos colores que nos parecían armónicos con el color de referencia del edificio de enfrente, una vez empezamos a pintar, nos dimos cuenta de que eran colores más saturados y más cercanos al color chicle que al color salmón que buscábamos, hecho que nos obligó a bajar a Manlleu a buscar más pintura para tratar de hilar un poco más delgado –creemos que finalmente lo logramos–. A la hora de ejecutar el mural seguimos la técnica que nos es habitual: realizar una cuadrícula e ir reproduciendo poco a poco todos los fragmentos de la imagen de referencia.

Ha sido un proyecto que ha sufrido varios obstáculos. El primero ha sido la climatología. Hemos tenido que detener el trabajo varias veces y varias sesiones se han visto reducidas porque se ponía a llover, lo que nos parecía positivo por la situación de sequía que vive nuestro país, pero que nos impedía seguir la intervención y nos obligaba a estar pendientes de la predicción del tiempo continuamente. También tuvimos un pequeño accidente con un bote de pintura, que cayó y nos obligó a dedicar media jornada a limpiar una puerta interior que no se ve en las fotografías por estar a la altura de la acogida y generosidad de los propietarios de la finca. Poco a poco, hemos ido superando estos y otros obstáculos hasta terminar la intervención.

Como ya hemos comentado, ha sido un proyecto muy intenso y muy emotivo por el artista, porque le permitió acceder a todo el legado fotográfico documental de las manos de Carles Comella, también familia. Por lo tanto, hay una vertiente de introspección en las raíces familiares también porque Cantonigròs es el pueblo donde había pasado muchos de sus veranos y de esta manera ha podido reconectar con su infancia. Además, ha sido un privilegio poder conocer la realidad del pueblo fuera de lo que es el veraneo, el día a día, conocer la comunidad y también proyectos tan bonitos como es Veus de Cantoni y todo el trabajo de preservación de la memoria que está haciendo del Cabrerès en Carles Comella.

El proyecto de Cantonigròs nos parece un muy buen ejemplo y exponente de cómo, a veces, pequeños proyectos hechos con mucho cuidado pueden convertirse en grandes proyectos. Para nosotros seguir y hacer la tercera intervención detrás de Elisa Capdevila, de Alba y de Reskate era un privilegio, porque somos buenos amigos, compañeros y son grandes artistas de referencia. Así pues, añadirnos a esa lista de artistas era un placer y un honor para nosotros. Paralelamente, la iniciativa de Laura Francisco, impulsora de este proyecto, nos parece que es una buena muestra de cómo los actores de una comunidad pueden invertir su tiempo y su energía en cosas que revierten por todos y, por tanto, felicitamos esta iniciativa. Creemos que es una iniciativa que se está haciendo como el pueblo, es decir, a poco a poco y que es pequeña, pero de forma muy cuidada. Una iniciativa hecha con intervenciones que tienen un sentido y un vínculo con el pueblo y que nos vuelven a reforzar nuestra filosofía de que nosotros no pintaremos nuestro mural, sino que intentamos dotarlo de sentido por el pueblo y que este lo sienta propio. Tenemos constancia de que algunas de las protagonistas que hemos reproducido, una o dos, residen en el pueblo, otras ya no están o viven en otros pueblos. A pesar de ser conscientes de que nunca contentaremos a todos, sí que tenemos la sensación de que mucha gente ha celebrado esta intervención y, si es así, nos sentimos muy satisfechas de haber participado en esta iniciativa.

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