CONTEXTO HISTÓRICO
Un artículo de Josep Pimentel, publicado en El setembre, publicación crítica, social y cultural.
(…) D’aquí a quatre hores, seràs només un nom. Text editor
El nom d’un mort flamant, reivindicable;
amb el que alguns polítics sense sang,
que es diuen esquerrans
i no han fet res per treure’t el dogal d’una mort certa,
se’n faran pantagruèlica venjança
per els seus bruts, hipòcrites brams d’ase.
D’aquí a quatre hores passaràs a ser l’incòmode record
per la consciència d’alguns
que han fet veure que lluitaven,
i que el primer cluc d’ull que els ofereixin,
pactaran un seient al presbiteri,
amb els mateixos que, d’aquí a quatre hores,
vint-i-sis anys només, et mataran.
Josep Miquel Servià, Palamós, 2 de març de 1974
El sábado 2 de marzo de 2024 se cumplen cincuenta años de la ejecución por garrote vil en la prisión Modelo de Barcelona del activista del MIL – GAC (Movimiento Ibérico de Liberación – Grupos Autónomos de Combate), Salvador Puig Antich. Cabe preguntarse porque seguimos reivindicando la memoria de Salvador. Si lo hacemos es por dos motivos que desarrollaremos a continuación: por dignidad colectiva y por dignidad personal.
En primer lugar contextualitzaremos brevemente el final del franquismo para después conocer quien era Salvador Puig Antich y los grupos de acción del MIL-GAC de resistencia contra la dictadura. Bernat Muniesa, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Barcelona, define el periodo histórico de los últimos años del franquismo (entre 1970 y 1975) como tiempos inútiles:
“La enfermedad de Parkinson que atacó al general Franco con una insidia invencible se apoderó también del enorme aparato de la Dictadura. Uno y otra, dictador y dictadura, fueron presa de ese morbo y en su inútil lucha para sobrevivir tal y como eran provocaron estragos a su alrededor. […] Se despidió igual que llegó, con sangre.”
En ese contexto de final de esta truculenta dictadura que quería atar su sucesión con una monarquía, surgieron diversas organizaciones de resistencia influenciadas también por los nuevos aires de mayo del sesenta y ocho. Una de estas organizaciones fue el MIL, que se estructuraba en grupos autónomos de combate y cuyas actividades se iniciaron en febrero de 1971. Para definir que fueron los MIL-GAC, no hay mejor forma que este fragmento de un texto publicado en agosto de 1973 en el último Congreso del MIL:
“El MIL es producto de la historia de la lucha de clases en estos últimos años, su aparición va unida a las grandes luchas proletarias desmitificadoras de las burocracias -reformistas o grupusculares- que querían integrar esta lucha en su programa de partido. Nace como un grupo específico de soporte a las luchas y fracciones del movimiento obrero más radical de Barcelona. Tiene presente, en todo momento, la necesidad de abonar la lucha proletaria, y su apoyo como grupo específico es material, de agitación, de propaganda, mediante el acto y la palabra.”
Txus de la Arena, exmilitante del MIL, explicaba:
“Nuestra actividad teorica, las Ediciones Mayo 37, la iniciamos evocando los eventos de Barcelona en mayo de 1937. Tomando partido en favor de los proletarios que levantaron barricadas contra los estalinistas y el anarquismo burocrático, delimitamos con precisión de qué lado de la barricada nos situábamos.”
Como apunta el historiador Ferran Aisa:
“El MIL se organiza en dos ramas: la ideológica y la militar. En la primera encontramos a Santi Soler Amigó (Fede o Petit) y Francesc Xavier Garriga Paituví (Carlos o Secretari) que se encargaban de la publicación de la mayoría de los textos y de las tareas teóricas del grupo. […] En la rama armada del MIL participan Salvador Puig Antich (Gustavo o Metge), los hermanos Jordi y Oriol Solé Sugranyes (Sancho y Víctor, respectivamente), Jean-Marc Rouillan (Sebas o Negrito), Josep Lluís Pons Llobet (Queso), Emili Pardiñas (Pedrals) y Jean-Claude Torres (Cri-Cri)”. Y otros miembros también destacados como Jesús de la Arena (Txus).
Según indica el historiador Sergi Rosés:
«Dos fueron las grandes razones que se dieron para justificar la necesidad de tomar las armas: la lucha contra la represión y el apoyo a la lucha del proletariado. La primera, mediante acciones de sabotaje, nunca llegó a realizarse. […] Y, por otro, las expropiaciones, que servirían tanto para autofinanciarse como para financiar a grupos de obreros en lucha, contribuyendo así a hacer avanzar el objetivo de radicalizar estas luchas y preparar así la insurrección revolucionaria»
Con ese dinero también financiaron varias publicaciones en formato de folletos, dosieres y octavillas. En agosto de 1973 se convocó a sus militantes en Toulouse a un congreso para autodisolver la organización. Surgirán otros colectivos, con menos militancia, que continuarán su camino de expropiaciones para ayudar a los trabajadores represaliados y en lucha contra el capitalismo.
Salvador Puig Antich ingresó en el MIL a finales de 1971 y estuvo especialmente activo en la rama del GAC a partir del año 1972, participando en diversas expropiaciones, haciendo de conductor en la mayoría de los casos, según el historiador y ex-MIL Ricard de Vargas. Participó en el Congreso del MIL de marzo de 1973 y en el Congreso de Autodisolución de agosto del mismo año. En cuanto a su compromiso político, el historiador Sergi Rosés comenta:
«Su compromiso con la política del MIL-GAC no hizo más que aumentar cualitativa y cuantitativamente en el último año de vida del grupo, hasta convertirse en uno de los miembros clave de la organización durante 1973. Puig Antich fue un luchador anticapitalista que entendía que la lucha pasaba por utilizar y aumentar la violencia revolucionaria.»
La Brigada Político Social iba detrás de la actuación de los ex-MIL y en septiembre de 1973 se detuvo a gran parte de sus miembros. En la segunda quincena de septiembre detienen a Oriol Solé Sugranyes, Josep Lluís Pons Llobet, Emili Pardiñas, Maria Lluïsa Piguillem, Manuel Antonio Canestro y Santiago Soler Amigó. Y llega el fatídico 25 de septiembre de 1973, cuando Puig Antich y Garriga Paituví caen en una emboscada y son detenidos en Barcelona. Puig Antich, en una escalera de la calle Girona, resulta gravemente herido. Se produjo un tiroteo y murió el policía Francisco Anguas Barragán.
Jean-Marc Rouillan, ex-MIL explica las sensaciones de ese día:
“Siempre me he preguntado qué hubiera preservado en la memoria si él hubiera sobrevivido y yo hubiera bajado primero del Simca 1100, ese 25 de septiembre a las 18.45 horas cerca del bar El Funicular. Llevaba dos armas, como lo hacíamos todos después de las primeras detenciones, dos semanas antes. Un 6,35 dentro del bolsillo interior de la chaqueta y un viejo 9 largo en la cintura.”
A Puig Antich le llevaron al Hospital Clínic para operarlo, después en la jefatura de policía de la Vía Layetana y finalmente fue trasladado a la cárcel Modelo de Barcelona. Felip Solé Sabaté, ex-MIL, explica la seva sensació prèvia al Consell de Guerra contra el Salvador:
“La burguesía catalana, los partidos clandestinos de obediencia marxista, el régimen franquista… supieron ponerse de acuerdo… y nos declararon gánsteres de Barcelona. No solo el ex-MIL; sino también todo el mundo que hablara de acabar con el sistema capitalista en vez de cambiar el franquismo por una dictadura democrática. Todo el mundo que luchara por un mundo diferente y más justo… […]
Entonces se produjo un hecho determinante: la muerte de Carrero Blanco. Así lo explica Bernat Muniesa en su libro Dictadura y monarquía en España:
“El 20 de diciembre [de 1974], el almirante Carrero Blanco circulaba en un vehículo acorazado Dodge Dart acompañado por otro vehículo de escolta. Se trataba de un recorrido habitual, entre el domicilio del nuevo jefe del Gobierno y la iglesia de los Jerónimos, donde acudía Carrero matinalmente y a diario a escuchar la Santa Misa. […] Carrero inició su clásico recorrido: cuando a las 9.30 de aquella mañana el Dodge Dart circulaba por la calle Claudio Coello, una explosión sobrecogió el barrio y el vehículo voló por los aires: describió una parábola y fue a caer, tras superar un elevado muro, en el jardín de la residencia de jesuitas. Carrero Blanco y sus dos acompañantes murieron.”
Con este ambiente se inicia el Consejo de Guerra contra Salvador Puig Antich el 8 de enero de 1974, en un juicio sin garantías procesales de defensa. Y al día siguiente es condenado a pena de muerte y a 30 años de cárcel. La lucha de los Comités de Solidaridad pro Presos ex-MIL centró su actividad en intentar salvar la vida de Puig Antich, y para ello difundieron propaganda y realizaron acciones contra los intereses franquistas. Según recuerda el historiador Ferran Aisa, «la organización más fuerte del momento, la Assemblea de Catalunya, no movilizaba, pero sí que denunció» la condena a muerte de Puig Antich.
Ricard de Vargas, ex-MIL, explica sus sensaciones respecto a las movilizaciones en favor de la amnistía de Puig Antich:
“El PSUC, partido hegemónico en la Assemblea de Catalunya y con una gran fuerza de movilización, no hizo nada, ni siquiera en la última noche, cuando el Comité de Solidaridad con los Presos del MIL se lo pidió. […] Antes de matarlo se movieron los grupúsculos libertarios, autónomos, trotskistas, maoístas y comunistas independentistas; una vez ejecutado hubo manifestaciones masivas protagonizadas por obreros de Cataluña y fuera de Cataluña.”
De nada sirvieron peticiones ni presiones internacionales y estatales: el 2 de marzo de 1974 fue ejecutado por garrote vil en la Cárcel Modelo de Barcelona, certificando su muerte el capitán médico a las 9:40 horas. El 3 de marzo de 1974 fue enterrado en el nicho 2.737 del cementerio de Montjuic.
Según el historiador Sergi Rosés, la memoria de Puig Antich y la construcción de un relato histórico puede conducir, «en el fondo, la negación que hacen del sentido profundamente revolucionario anticapitalista de Puig Antich y de Oriol Solé sirve para crear un relato histórico donde lo que ocurrió (la transición) era lo que debía ocurrir con los malos –Franco y los franquistas- y los buenos, que eran todos los que se oponían y querían «libertad», democracia y nación. Ocultando la lucha a la que se dedicaron Puig Antich y Oriol Solé, una lucha contra el capitalismo y por la emancipación proletaria, que ha querido esconderse…»
Por estos motivos no olvidaremos la memoria de Salvador Puig Antich, anarquista, revolucionario y soñador.
Josep Pimentel (Barcelona, 1973). Historiador y escritor. Licenciado en Humanidades por la Universidad Oberta de Catalunya y Diplomado en Relaciones Laborales por la Universidad Pompeu Fabra. Josep disfruta recuperando la memoria de las personas que no tienen voz. Escribe artículos, reseñas y libros. Es autor de los libros: “Barricada. Una historia de la Barcelona revolucionaria” (2014), “Voces críticas ilustradas” (2016), “Refugiados. Una historia del exilio de 1939” (2019), “La Maleta” (2022) y “En blanco y negro. Represión y exilio en tiempos de la II Guerra Mundial” (2024). También participa en el libro colectivo: «Historias de Barcelona» (2019). Colabora con La Directa, la revista Orto, el portal de historia Ser Histórico, la revista Catalunya y la publicación digital Septiembre.
El Mil - historia de una familia con Historia |
Documental de Martina Loher sobre el Movimiento Ibérico de Liberación contado desde los testigos de la familia Solé Sugranyes.
Garrote Vil. Reflexión de Cesc Llimona
Hace 10 años colgué tal vez mi primer texto en Facebook. Un poco raro sí, pero más raro fue ver que se había compartido 92 veces(!) y por gente a la que no conocía. Desde entonces Facebook me lo ha ido recordando puntualmente.
Este año con tanto homenaje que me revuelve las tripas, un ejemplo de manual de aquello a lo que denominaron la recuperación y asimilación por parte del sistema, he decidido “sumarme a la conmemoración” de esta cifra tan redonda y «recolgarlo».
Y ya pronto camisetas…
«Puig Antich «40» años menos de vida….
El 2 de marzo de 1976 aparecieron en Barcelona diversas pintadas, tampoco muchas, con un escueto, original y contundente mensaje: «Puig Antich 2 años menos de vida». No llevaban firma de ningún partido, a lo sumo la todavía incipiente A con círculo. En el convulsivo inicio de la transición, esta grupuscular iniciativa pretendía revolver las entrañas con el recuerdo reciente de la “ejecución” a garrote vil de Salvador Puig Antich en Barcelona y del “súbdito polaco” Heinz Chez que no era polaco, sino alemán del Este y se llamaba Georg Michael Welzel y fue ejecutado simultáneamente en Tarragona (a él le dedicaron Els Joglars la prohibidísima obra «La Torna»). La torna en catalán es el cambio en especies que se daba para redondear, por ejemplo en las panaderías con un trocito de coca para los chavales.
También recuerdo alguna otra pintada: «Los asesinatos se evitan, NO se aprovechan». (? )Aquellas pintadas también pretendían denunciar uno de los episodios más ruines que a la postre sentaron las bases de nuestra actual democracia. Los partidos inmersos en el proceso de la transacción, incluidos monárquicos, unidos en la llamada Junta Democrática, discutían y pactaban en París una estrategia globalmente beneficiosa. El PCE y especialmente el PSUC en Cataluña lo tenían claro. No convenía de ninguna manera que se implicaran en una campaña para evitar el asesinato legal de Puig Antich, «un bandolero anarquista a quien le dieron garrote vil», según El Caso. Esta inacción contrastaba con las fuertes campañas que se produjeron en toda Europa. Puig Antich, Oriol Solé i Pons Llobet formaban parte de un grupúsculo, el M.I.L. (Movimiento Ibérico de Liberación) o 1000, alejado del movimiento obrero oficial de la época totalmente controlado por el PCE. La gente del 1000, poco más de una docena activa de miembros y con una escasa red de apoyo, tampoco se definían como anarquistas, si bien es cierto que estaban influenciados por el exilio libertario en Francia, especialmente de Toulouse con quienes mantenían contactos. Eran anticapitalistas, iconoclastas, formaban parte de lo que posteriormente, se llamó la izquierda heterodoxa, próximos al consejismo obrero de Anton Pannekoek. Hacían atracos, les llamaban expropiaciones, para editar libretos, las ediciones Mayo 37 con títulos de otros autores como «Sobre la Miseria en el medio estudiantil», «Los Consejos Obreros», «De la revolución a las trincheras», «El derecho a la pereza»…. En sus panfletos propios siempre incluían comics, dibujos, fotos trucadas, todo muy “underground” y festivo, en una línea nunca vista en nuestro país, absolutamente alejada de las toscas octavillas de la izquierda antifranquista, ya fuera estalinista, trotskista o maoísta.
Al reconocer su alejamiento del movimiento obrero real se autodisolvieron con un texto que en su época me pareció tremendamente interesante por lo novedoso de su planteamiento. Lo que pasó después, y ya autodisuelto el grupo, está más que escrito, estudiado en Universidades, incluso «pelicularizado» en el film de Mediapro. Un confuso tiroteo en el centro de Barcelona, un joven policía muerto y Puig Antich seriamente herido y condenado a muerte por un consejo de guerra mediante un método de muerte, tortura inquisitorial: el garrote vil que se puede observar en detalle en las salas del terror de algunos museos de cera.
Se han publicado muchos libros sobre Puig Antich y el 1000, estos días aparece otro dedicado a denunciar las flagrantes irregularidades del «juicio». Objetivamente, resulta por lo menos curioso para un grupúsculo que, antes de estos hechos, apenas había tenido resonancia en la lucha antifranquista oficializada. La posterior muerte de otro compañero del 1000, Oriol Solé Sugranyes que participó en la fuga de Segovia y fue acribillado a 200 metros de la frontera con Francia, también contribuyó a la posterior mitificación. La ejecución legal a garrote vil de Salvador Puig Antich y de «Heinz Chez», así consta en la portada de «El Caso», vivida casi en directo, supuso un gran impacto para much@s, sobre todo en Barcelona y no solo en el ámbito universitario, y marcó la manera de entender de manera escéptica la transición para gente de mi generación, o más concretamente, de mi entorno. Yo tenía 17 años, la misma que otro detenido del grupo.
He reflexionado mucho pensando en aquellas asambleas universitarias previas a la ejecución. Asistimos en directo a la estrategia y puesta en escena de algún partido de izquierda que provocaba que sus jovencísimos militantes reventasen las votaciones en las que se planteaba hacer algo, cualquier cosa para evitar la ejecución o asesinato legal. No se hizo nada. Esta inacción forzada, este boicot, contrastaba, repito, con los movimientos impresionantes que se producían en toda Europa en contra de las penas de muerte, no las últimas, por cierto, del franquismo.
El 2 de marzo de 1974 en la cárcel Modelo de Barcelona, a las 9 y pico, el verdugo le dio la última vuelta de tornillo a las cervicales de Salvador Puig Antich con muy poco tiempo de diferencia con lo que también aconteció en Tarragona. Entonces sí, ya tenían un mártir… para aquella misma tarde de sábado los partidos antifranquistas sí convocaron una sonada manifestación, había que llevar una rosa roja al cementerio de Montjuïc… para ser masacrados por la Policía Armada. Empezaba a tiempo real lo que los situacionistas llamaban asimilación y recuperación por parte del sistema.
Puig Antich ya había accedido a la categoría de antifranquista, y era un icono perfecto: guapo, catalán, algunos de los compañeros del 1000 eran de «buena familia». Muchos años después, Jaume Roure, mandamás de MediaPro, el productor de la película-dramón «Salvador», ya tendría la escena lacrimógena final para su película, la pantalla llena de rosas rojas y el sonido de sirenas con la música de Lluís Llach in crescendo para los créditos. Todo lo contrario a lo que aspiraban los chicos rebeldes y «destróyers» del 1000.
Para terminar el rollo vuelvo al inicio: ¿Han pasado 40 años, tiene sentido recordar un sórdido episodio del ya «superadísimo» franquismo? Pienso que sí… Don José Utrera Molina, quién como Secretario General del Movimiento firmó el «enterado» en el Consejo de Ministros y, por tanto, la sentencia de muerte, es el suegro de Don Alberto Ruiz-Gallardón nuestro actual Ministro de Justicia, y un joven y prometedor letrado que la verdad, no sé qué papel concreto jugó en el proceso, es ahora el flamante abogado de Alicia Sánchez Camacho…
Ya vuelvo a utilizar FB para colgar cosas de bichos en madera…»
Palabras de Roc Blackblock en el acto de inauguración del mural de homenaje a Salvador Puig Antich.
Vallkarka, 03/02/2024
Hace unos años que la memoria se ha convertido en mi trabajo, pero esto que hoy inauguramos poco tiene que ver con faena ni con encargos. Esto es otra cosa, es lo que decía ayer en la charla: la memoria es lucha política y una trinchera que debemos defender. No sé si es arte, agitación, artivismo, todo a la vez o nada de eso; no lo se ni me importa, pero lo que sí que sé y quiero dejar claro es que es un acto de militancia, porque reapropiarnos de la las calles, resignificarlas y llenarlas de contenido es sin duda un acto político. Es entender, vivir y luchar por un modelo de ciudad antagónico a la Marca Barcelona. Como tal, se circunscribe en un rincón de la Barcelona que llevo en el corazón, la roja y negra, la autónoma, igualitaria, anticapitalista y anarquista. Esta es la Barcelona que me atrevo a pensar que Salvador hubiese querido estar, la que le gustaría ver con esta mirada clara y honesta que tanto nos interpela. Él recogió el testimonio de lucha de la Revolución Social y la Canadiense, la Semana Trágica y tantos otros acontecimientos que nos hacen sentir orgullo. Tras él, muchas otras han seguido y seguimos luchando como él pidió. Todas nosotras nos sentimos herederas de este legado.
Yo nací en el 75, en una llamada democracia recién estrenada,
en una supuesta libertad que costaba de ver. Desde los cuarenta años de
oscuridad de la dictadura, la represión del estado, el poder y el capital
se han refinado y camuflado: el colonialismo ahora es economía globalizada,
el esclavismo tiene forma de hipoteca, el No-do ahora tiene cara de youtuber, y
un largo etcétera que todas conocemos y sufrimos. Pero estamos en un espacio de
barrio que planta cara al neoliberalismo depredador, con apoyo mutuo, donde
nadie quiere mandar ni obedecer y donde el instinto irreprimible de la libertad
coge oxígeno. Con actos como estos, el hilo negro del que también hablaba ayer
se vuelve un cable de acero, una semilla que brota y rebrota el nuevo
mundo que llevamos en nuestros corazones.
Ayer le comentaba a Marçona: cuando pinto imágenes de otras épocas,
paso horas y horas repasando cada centímetro de la fotografía, y acabo generando un
vínculo con las personas que pinto, un sentimiento que me es muy difícil
de expresar. Pero en este caso ha sido al revés: mi vínculo con
Puig Antich me ha acompañado toda mi vida y es el que me ha impulsado a pintar
este mural. El MIL i Puig Antich es el primer libro político que
compré en “El lokal” de la cera cuando era adolescente (aprovecho
para mandar desde aquí un abrazo a Iñaki: para mí y para muchas él y El
Lokal han sido un faro en la oscuridad).
Para mí y para muchas, Salvador ha sido un símbolo. En el Ateneu la Base, el año 2016 en la despedida a Pablo Molano tras su muerte, se gritaba una consigna que me impactó: a Pablo no lo enterramos, lo plantamos. Com
las semillas que llenan las cunetas del estado y que florecen en la
memoria colectiva, Salvador Puig Antich también ha abonado
y espoleado las luchas que le han seguido, y su asesinato despertó
muchas conciencias.
He hecho mía una frase que dice el arte es una misión y no una
competición; pero en realidad sí que compito un poco:
compito conmigo mismo y esta vez permitidme que os confiese y
me enorgullezca de decir que he ganado, y tengo claro que es porque he
pitado con la fuerza de todas, con la fuerza de generaciones y generaciones
de resistentes.
Agradezco de corazón la labor de la Comissió Salvador Puig Antich y al barrio
entero de Vallkarka, escrito con k. Soy yo quien estoy aquí sentado hablando,
pero soy solo un mensajero, un trabajador más con consciencia
y no tengo, ni merezco ni quiero tener más protagonismo que cualquiera de las que
estáis hoy aquí, las que habéis dedicado horas y horas de asamblea a
organizar actos, las que abrís casas vacías de
la especulación, las que os plantáis a defender las puertas de los desahucios,
las que lucháis desde los sindicatos. La lista es larga, muy larga;
sois vosotras, somos todas nosotras, las que construimos comunidades fuertes
Quiero dedicar este trabajo a la familia Puig Antich, la de sangre y
la política en el sentido más amplio y metafórico. Familia Puig Antich, Salvador es también hermano nuestro.
Quiero dedicar también este mural a todas las luchadoras y resistentes
anónimas que como Salvador pusieron el cuerpo y el corazón por la más noble causa: no
corromperse ejerciendo el poder, no denigrarse sometiéndose.
Solo se pierde la lucha que se abandona y aquí, compañeras, no se rinde nadie.
¡Salud y anarquía!